La historia de la resistencia y resiliencia de las personas LGBTIQ+ en México ha sido escrita con lucha, lágrima y una inquebrantable voluntad de ser quienes somos, en un país donde la diversidad finalmente encuentra su lugar en el marco legal. El 7 de junio de 2024, una fecha que quedará grabada en la memoria de quienes durante más de una década peleamos contra la tortura disfrazada de terapia, México dio un paso monumental: la prohibición de las mal llamadas «terapias» de conversión.
Este logro materializado por el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador tras realizar la publicación de la Ley #NadaQueCurar en el Diario Oficial de la Nación, representa mucho más que una victoria legal. Es un acto de justicia histórica, una reparación simbólica y tangible para quienes sobrevivimos a los Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género (ECOSIG). Durante años, estas prácticas aberrantes se perpetuaron en la sombra, amparadas por prejuicios sociales y una falta de legislación clara. Pero hoy, esas sombras han sido disipadas por la luz de la justicia y el reconocimiento de los derechos humanos.
Este triunfo no pertenece a una sola persona o entidad; es un logro colectivo, fruto del esfuerzo incansable de sobrevivientes, sus familias, académicas, congresistas, teólogas, organismos internacionales, y profesionales de la salud mental. Cada sector unió fuerzas, con un objetivo claro: detener la tortura y proteger la dignidad de las personas LGBTIQ+.
Desde Yaaj México, quienes hemos liderado la lucha contra los ECOSIG y que integran a sobrevivientes de estas prácticas, el sentimiento es agridulce. Es la satisfacción de ver materializada una lucha que comenzó en los rincones más oscuros del silencio y el dolor, y que hoy se alza como un faro de esperanza y justicia. Pero también es el recordatorio de que este es solo el comienzo de un camino que aún tiene mucho por recorrer.
La publicación de esta ley por parte del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, marca el cierre de un capítulo doloroso y el inicio de uno nuevo, donde la diversidad no solo se respeta, sino que se protege de manera activa. Este banderazo de salida no solo representa un cambio en la legislación, sino un cambio en la conciencia colectiva de un país que, paso a paso, avanza hacia la igualdad y el respeto.
Cada lágrima derramada, cada testimonio compartido, y cada voz que se alzó contra la opresión ha contribuido a este logro. Hoy, celebramos no solo la prohibición de las «terapias» de conversión, sino la valentía de quienes se mantuvieron firmes en su verdad, quienes sobrevivieron, y quienes transformaron su dolor en una lucha que beneficiará a las futuras generaciones.
Este es un momento para reflexionar sobre el poder de la colectividad, de la interseccionalidad y del compromiso inquebrantable con los derechos humanos. La ley #NadaQueCurar es, en sí misma, una declaración de que en México no hay lugar para la tortura hacia las personas LGBTIQ+, y que la diversidad es un valor fundamental que se protegerá con la fuerza de la ley.
El camino hacia la justicia es largo y, aunque hoy celebramos este logro inmenso, sabemos que la lucha continúa. El espíritu de esta batalla nos impulsa a seguir adelante, con más energía que nunca, porque la igualdad no es un destino, sino una lucha constante por la dignidad y el respeto de todas las personas, sin excepción.