Sexualidades químicas: Pastillas abortifacientes en México, con Isabel Fulda

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Esta publicación es parte de una serie de entrevistas sobre pastillas y compuestos químicos que afectan nuestra sexualidad. En esta ocasión Miguel Fuentes, Coordinador de Investigación en Yaaj, entrevistó a Isabel Fulda, Subdirectora del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), sobre las pastillas abortifacientes (mifepristona y misoprostol) en México, y qué efectos tienen sobre mercados, sobre leyes y sobre los cuerpos de las personas que las consumen.

Miguel

Muchas gracias Isa. Como te conté, esta es una serie de entrevistas que estamos haciendo para el blog de Yaaj que estamos llamando “sexualidades químicas”. Es un concepto en mi tesis sobre las formas de interacción de compuestos químicos con nuestra sexualidad. Entonces son tres grandes temas de los cuales vamos a ir ahondando en la entrevista. El primero es cómo interactúan las mujeres y personas gestantes con los mercados de abortifacientes, y cómo se han ido formando esos mercados públicos, privados, negros, informales. Después hablaremos sobre cómo han ido cambiando las leyes, normas, protocolos y formas de gobernar de estos abortifacientes. Finalmente, te preguntaré sobre cómo has visto que ha cambiado la forma en la que las personas viven su sexualidad al usar abortifacientes, el efecto en el mismo cuerpo. Entonces me gustaría comenzar contigo presentándote. 

Isabel

Bueno, yo soy Isabel Fulda, y soy subdirectora de GIRE. GIRE es el Grupo de Información en Reproducción Elegida, que es una organización de la sociedad civil en México que se enfoca en derechos reproductivos principalmente. En los últimos años hemos ampliado el lente hacia la justicia reproductiva para tratar de entenderla no de forma restrictiva, como muy jurídica, sino como todo lo que le implica a las personas poder tener control sobre su vida reproductiva. Yo he trabajado en GIRE ya hace unos ocho años, y he ocupado diferentes posiciones. Entre ellas coordiné el área de investigación unos tres años, y luego en marzo de 2020 fue que ya cambié de posición a la subdirección con un cambio de liderazgo que hubo en GIRE. 

Soy politóloga, soy feminista y en general me interesan muchísimo los temas de género de forma más amplia. Pero los temas reproductivos creo que sí están en el centro de la libertad de las personas y en particular de las mujeres. También han sido años muy emocionantes para trabajar estos temas tanto en México como en Latinoamérica.

Miguel

Sí, ver todo el trabajo que han hecho GIRE lo hace aún más emocionante. Entonces, empecemos con la primera pregunta. ¿Cómo has visto que han cambiado los mercados de venta de misoprostol y mifepristona en México a lo largo de los años?

Isabel

No es exagerado decir que el acceso a misoprostol ha sido revolucionario en México y en el mundo para el acceso al aborto, y de cómo concebimos las personas, más allá del tema de política pública, la posibilidad de interrumpir un embarazo. Es una cosa importantísima saber que el misoprostol existe y que está disponible en farmacias sin receta médica, al menos en México, sin mayores restricciones. La mifepristona es otro rollo, pero en el caso del misoprostol creo que ha cambiado muchísimo la historia o la clase de experiencias que puede tener una persona que tiene un embarazo no deseado. 

Vivimos durante muchísimo tiempo con esta concepción de que alguien que necesitaba abortar en un contexto restrictivo tendría que ir a un lugar clandestino. Nos imaginamos este lugar clandestino como un lugar insalubre, oscuro, en el que la persona puede morir. Donde se utilizaba un gancho, que por muchísimos años fue en Latinoamérica el símbolo clásico para la lucha por el aborto legal. Porque la alternativa era la muerte y esta muerte clandestina era en soledad, en general. La concepción de estas mujeres era que eran personas que no le decían a nadie, y entonces se iban con una persona tal vez de dudosas intenciones o capacidades para llevar a cabo el procedimiento.

Se utilizaban ganchos, tés, etcétera, cosa que que no necesariamente en todos los casos ponía en riesgo su vida, pero sí se asoció durante muchísimas décadas la idea del aborto clandestino fuera de la ley con lo inseguro. La entrada del misoprostol como una alternativa viable para tener abortos —que pueden ser ilegales de todas maneras o estar fuera del marco de reconocimiento legal, pero ser perfectamente seguros— sí marcó un parteaguas. Significó un antes y un después para la forma en la que se entiende el aborto para todas las personas, incluyendo a una mujer que en algún momento pasa por la pregunta de estar cursando un embarazo no deseado. En México en específico ha habido siempre la preocupación de que se limite su acceso. En muchísimos otros países no se consigue misoprostol, o se requiere receta médica, o se criminaliza a las personas que van y lo buscan.

Sí es una cosa que con un relativo apoyo económico permite que las personas puedan ir a una farmacia a conseguirlo. Cada vez existen más recursos, también, en internet, o por mensajes, o por Facebook, de colectivas para poder saber cómo se utiliza para tener un aborto seguro. Entonces sí creo que cambia por completo, aunque las leyes no cambien y las políticas públicas sigan igual —aunque en México sí han cambiado. Pero creo que permitió que la vida de las personas cambiara, aunque la legislación se mantuviera intacta. 

La mifepristona es distinta porque es de uso hospitalario. Si bien las mejores recomendaciones de un aborto con medicamentos es utilizar ambos, en realidad no es algo que en este momento esté disponible para autogesionar en casa. Son más bien los servicios de salud públicos o privados, normalmente en contextos en los que ya se reconoce el acceso al al aborto, que pueden utilizar los dos. Es entonces cuando le dan a las mujeres el mejor servicio médico. Pero no es una cosa todavía que se pueda hacer en casa.

Sí creo que la posibilidad de trascender la pregunta de si es legal o no es legal, que obviamente es importantísima, para poder autogestionar un aborto con misoprostol de forma acompañada, segura, tranquila ha sido ha sido enorme, y en la pandemia también ha sido particularmente importante. Sabemos que con la pandemia la gente no quiere asistir a servicios médicos aunque sean legales. Una consecuencia muy importante de esto se ve reflejada por ejemplo en el aumento de la muerte materna en México en los últimos dos años. Y parte de lo que se atribuye a esto es que las personas tenían miedo de acudir a los servicios, y que los servicios estaban saturados. En un contexto en el cual es menos deseable ir a servicios de salud por un número de razones —en este caso una bastante grande— poder tener esta posibilidad de autogestionar un aborto o acceder a acompañamiento en casa ha sido muy importante como forma de devolverle este poder a las mujeres.

Desde la experiencia de GIRE con la despenalización del aborto en la Ciudad de México en 2007, que durante muchos años fue la única entidad que lo tenía despenalizado, esto sirvió para darle acceso a las personas que viven aquí, pero también a muchas otras que vienen de otras partes del país, incluso de otros países. Permitir o ayudar a que viajaran estas personas que necesitaban acceso a un aborto a la Ciudad de México ha sido importante por mucho tiempo, pero la pandemia también restringió las posibilidades de estos viajes. Fue un contexto que favoreció que fuera mejor quedarse en la propia entidad, en la propia casa, y ahí la respuesta es el misoprostol. También creo que el acceso a este medicamento, sumado a las condiciones de los últimos dos años, ha ayudado a que sean más claras las ventajas de poder tomar una decisión de este tipo sin necesidad de intervención del Estado o de algún profesional de la salud en general.

Miguel

No había pensado en el acceso diferenciado entre misoprostol y mifepristona en términos de venta libre. ¿Se debe a las leyes sobre aborto, o por qué no se comercializa la mifepristona?

Isabel

El tema de la mifepristona no tiene que ver específicamente con su asociación con el aborto, sino con el tipo de medicamento que es y con las restricciones que eso implica, en el sentido de que se debe utilizar en contextos hospitalarios. Por lo que he escuchado también de compañeras de IPAS, tiene una naturaleza de medicamento distinta, y también existe un desabasto importante en los últimos años de mifepristona en el país. No es solamente que sólo está en los hospitales, sino que además hay poca mifepristona. No significa que no se puedan hacer abortos por medicamentos con puro misoprostol, pero sí la recomendación es utilizar ambos para que los procedimientos sean más seguros, que sean más cómodos para las personas, y que impliquen menos dolor. Si nos vamos a una cuestión de calidad en los servicios, sí es importante, pero no es limitativo. 

Creo que una cosa importante a mencionar es que hay un abismo en México, y supongo que Latinoamérica aún más, entre lo que son y cómo se aplican las recomendaciones de la OMS. De hecho, acaban de sacar una nueva guía sobre aborto con medicamentos la semana pasada, que recomienda esta práctica al menos en las primeras 12 semanas. Lo que ocurre en los estados de México, particularmente en los servicios de salud locales, es que en los contextos donde es legal —que básicamente es en todo el país por algunas razones, como la violación o el riesgo a la vida— no existe capacitación por parte de los prestadores sobre esto. 

Entonces, en muchísimos de los casos, cuando se da acceso al aborto vemos que aún se utilizan procedimientos como legrados.Toda la evidencia científica muestra que ya no se debería hacer, porque es un procedimiento muy invasivo, tiene sus riesgos, y existen alternativas para ello. Eso hace el procedimiento más difícil y menos deseable. Entonces, sí es un problema enorme en México: cerrar la brecha entre lo que debería de ser y de lo que tienen conocimiento los prestadores.

Miguel

No sé si han visto algún cambio con la introducción de genéricos de misoprostol; por ejemplo, si ha habido un cambio en el acceso por el cambio de precios o la disponibilidad en farmacias.

Isabel

No, no, no ubico en específico el cambio de genéricos. Sí diría que el tema del precio en ciertos contextos es bastante relevante para las mujeres. En contextos más urbanos es más fácil para ellas acudir casi a cualquier farmacia, porque este es un medicamento muy disponible. También logran conseguir el medicamento cuando les hacen falta recursos, porque hay apoyo por parte de colectivas y organizaciones. Los contextos más complejos son los contextos rurales, tanto para el acceso y poder acudir a una farmacia que sí lo tenga, como para reunir el dinero necesario. 

Miguel

He empezado a tocar muchas cosas alrededor de la regulación. A falta de ciertas regulaciones se ha podido usar el misoprostol, aunque la mifepristona esté limitada. Entonces, creo que es una buena forma de movernos a la siguiente pregunta sobre las leyes, y no solamente las leyes, porque algo que me he dado cuenta es que muchas veces no está legislado, pero existen protocolos médicos o manuales como los que mencionas, hechos desde las colectivas. Podrías contarnos ¿cómo han cambiado las leyes, los protocolos, las normas y manuales alrededor del uso de pastillas abortifacientes en México?

Isabel

Los mecanismos para llevar a cabo abortos no es algo que se regule tal cual en legislación. En México lo que tenemos son, por un lado, los códigos penales, que en su mayoría penalizan el aborto y tienen sanciones de prisión; por el otro, las leyes locales de salud, que normalmente se reforman para garantizar el acceso cuando los estados han despenalizado el aborto. Este es el caso de la Ciudad de México, de Oaxaca, de Veracruz, y de todos los estados que han estado despenalizando de forma más reciente, incluyendo Baja California y Colima. 

Tenemos varias normas (NOM) oficiales mexicanas que hablan de este acceso; principalmente la 046, que se enfoca en atención a violencia sexual, y que habla del acceso al aborto, particularmente por violación. Pero las normas no especifican cuáles son las técnicas para procurar el aborto como tal. Normalmente lo que se utilizan como guías son estas guías técnicas de la OMS. Más recientemente, el CNEGSR de la Secretaría de Salud federal acaba de publicar unos lineamientos sobre aborto seguro que sin duda pueden cumplir un papel fundamental en homologar la calidad en el acceso a los servicios.  Un antecedente importante de estos lineamientos surgieron a partir de la pandemia, cuando el Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva publicó una serie de guías relacionadas con la pandemia, en las cuales se menciona el uso de aborto con medicamentos y el aborto autogestionado en casa. 

Sobre las mejores prácticas, normalmente las referencias son de la OMS, pero creo que en la práctica las mujeres o las personas que abortan lo que más utilizan son el tipo de materiales que socializan las colectivas. De estos hay una infinidad, pero todos van en el mismo sentido de explicar cómo se va a la farmacia, qué se pide, cuáles son los signos de alarma y qué hacer en cada caso. Una parte importante es evitar la criminalización; no solamente saber cómo usar el medicamento, sino que en el camino que no sea un problema para las personas. Sí hemos escuchado de casos en los cuales se abren procesos penales por aborto y quien denunció fue la persona dependiente de la farmacia.

Normalmente lo que dicen estas guías es sobre cuántas pastillas se tienen que utilizar, con qué periodo de tiempo, cuáles se ingieren, cuáles son vía vaginal y los factores de alarma, que es algo también bien común. Estos procedimientos siempre implican un sangrado, eso es normal. Pero es importante que las personas que los utilizan sepan cuánto es lo esperable y cuánto si es una razón para ir a un hospital.

Porque una cosa que ha sucedido en México de forma más o menos común es que en el proceso sí hay un sangrado, y las personas que se preocupan naturalmente por eso van a un hospital. Al llegar con un sangrado al hospital, les interrogan y les preguntan qué está pasando, qué les hicieron, etcétera. Y en este contexto de urgencia y de presión,  ellas relatan haber tomado misoprostol con esa intención, y con eso se inicia un proceso penal.

A pesar de que las confesiones extraídas en contextos de urgencia o condicionando atención médica serían una clara violación al debido proceso, es una realidad común en los casos de criminalización por aborto en México. En resumen, la información que con frecuencia proveen las colectivas y grupos de acompañantes está dirigida, por un lado, a que se sepa usar el misoprostol para que sea seguro y sea efectivo y, por otro lado, a tratar de anticiparse a estas situaciones de criminalización.

Miguel

¿Has visto estados donde sea más frecuente la criminalización o donde sea más dura la pena?

Isabel

Sí existen algunos, sólo que el contexto ha cambiado muchísimo en los últimos años. Los últimos datos que tenemos desde GIRE, analizando cómo está la legislación, vemos que hay estados donde la pena es más alta. Oaxaca, por ejemplo, era uno de ellos, que llegaba hasta seis años, pero en 2019 cambió su legislación. Despenalizó el aborto hasta la semana 12 de gestación (en los mismos términos que la CDMX), modificó su ley local de salud, incluso revirtió la protección a la vida desde la concepción que tenía en su Constitución más recientemente. Entonces, Oaxaca es un caso que tenía una legislación particularmente restrictiva en términos de sanciones y que se ha modificado en años recientes. 

Baja California también siempre había sido, no por su legislación sino por los números de criminalización, un estado que destacaba muchísimo en la cantidad de denuncias y procesos penales que tenían por temas de aborto. Y en 2021 despenalizó también el aborto hasta las 12 semanas de gestación. Entonces sí estamos ahorita en un momento en el cual es difícil entender dónde es que hay o no hay estos focos rojos. Digo, no significa que despenalizar implique acceso de manera automática. Pero sí se espera con la despenalización que cambien no solamente el acceso sino en general también las concepciones, las narrativas, el ánimo que pueda haber; que propicie el cambio cultural por medio del cambio legislativo.

Un estado que sí nos preocupa en específico desde GIRE es Aguascalientes. De hecho tenemos ahí un reportaje reciente de finales del año pasado, porque ahí, por ejemplo, empezamos a recibir casos de mujeres que eran denunciadas por aborto, todas del mismo hospital. Y el patrón de casos que estamos habituadas a conocer de diferentes estados, de repente dijimos “algo está pasando en Aguascalientes y todos son de este mismo hospital de la mujer”. Entonces había algo que estaba sucediendo ahí, y normalmente el patrón de estos casos son justamente las personas que tomaron misoprostol. Lo utilizan por alguna razón, terminan en el hospital, ahí relatan haberlo tomado, y entonces toda la maquinaria del Estado lleva a que las interroguen en el hospital. En ocasiones hasta se las llevan de ahí directo al Ministerio Público. 

Nos empezaron a llegar estos casos que, en su mayoría, cuando sabemos de la denuncia desde un inicio, se le da el acompañamiento para evitar que se abra la carpeta. Y en general eso es bastante exitoso, si es que sabemos de ellos a tiempo. Sí buscamos colaborar con colectivas locales y con una periodista para entender qué era de Aguascalientes y de ahí desarrollamos un reportaje que está disponible en línea. 

 Pero bueno, en general sí, son los estados más conservadores o que conocemos como los más conservadores: Guanajuato, Querétaro, Aguascalientes. En ellos es donde vemos que es más frecuente la criminalización más allá de sus legislación. Es restrictiva, pero no necesariamente son los que tienen la pena más alta, aunque es donde más sucede.

Y luego el otro caso, que es interesante en un mal sentido, creo, es la Ciudad de México. Tiene grandes índices de denuncia por el delito de aborto. Esto es algo que parece paradójico, porque es en la Ciudad de México donde se despenalizó el aborto desde 2007. De hecho, se está por cumplir 15 años del programa de interrupción legal del embarazo (Programa ILE) con una atención de calidad y con estadísticas públicas disponibles sobre este acceso. Sin embargo, el índice de denuncias por aborto, incluso ya controlado por la población de la Ciudad de México que es más grande, sigue destacando con respecto al resto del país. 

Es importante decir, sin embargo, que estas denuncias al final no necesariamente continúan para convertirse en procesos penales y menos en penas de prisión. En su mayoría de hecho no es así. Podemos identificar un número considerable de denuncias, menos averiguaciones previas, menos procesos penales, y prácticamente ninguna sentencia. La hipótesis podría ser que sí, que hay un ánimo social de denuncia o criminalización que permanece a pesar de todos los años que lleva el programa ILE operando en la CDMX, pero cuando llega a manos de un ministerio público, o de un juez, estos casos ya no proceden. De cualquier manera, este es un claro ejemplo de la limitación que implica tener un sistema de plazos como el de la CDMX, en el que el aborto continúa siendo un delito después del periodo establecido. 

Miguel

No sabía que eran casos sobre todo de personas que lo hacían después de las 12 semanas.

Isabel

Sí, porque e aborto voluntario antes de las 12 semanas no es un delito. Entonces solamente es posible denunciar a partir de las 12.

Miguel

Pero qué particular que los sistemas de salud lo tienen tan mapeado. Pareciera que buscan los casos.

Isabel

Sí, y ese es uno de los grandes argumentos para cuestionar los sistemas de plazos (que hasta ahora son los que tenemos en México) en general. Por ejemplo, el movimiento Causa Justa ahora en Colombia impulsó un caso que tenía la intención de eliminar por completo el aborto del Código Penal para regularlo solo sanitariamente. Aunque lo que finalmente aprobó la Corte Suprema fue un plazo de 24 semanas que es lo más amplio que tenemos en Latinoamérica, el argumento impulsado por el movimiento implicaba dejar de hablar en términos de plazos penales. El argumento no es que no deba haber ningún tipo de regulación, sólo que ya el ámbito de lo penal vinculado al aborto tendría que eliminarse por completo.

En el caso de México, sin duda es positivo cuando una entidad despenaliza hasta las 12 semanas o en el caso de que se incluyera un periodo más largo, pero la implicación de esto es que continúa siendo un delito después de estas semanas. El ejemplo de la Ciudad de México ayuda a entender que, a pesar de los avances, sigue siendo una regulación restrictiva con respecto al aborto.

Miguel

Me gusta mucho esta visión de sacarlo del ámbito jurídico. Creo que es usar el derecho a la salud a favor de las mujeres y de las personas gestantes. Algo que hemos tocado relacionado a la salud es el miedo o la ansiedad de quienes ven sangrado al usar abortifacientes. No sé qué tanto lo hayan discutido en GIRE con las personas con quienes han trabajado o acompañado, pero ¿qué relación tienen las mujeres y las personas gestantes con el uso de los abortifacientes y como viven su sexualidad? No sé si hayas visto cambios en la forma en la que la viven. Mencionaste que hay una sensación de libertad y de autonomía, pero no esta relación entre uso de abortifacientes y la sexualidad de quienes los usan ha cambiado a lo largo de los años.

Isabel

El acceso al aborto con medicamentos ha implicado un cambio muy importante en reducir el miedo, la desinformación y el estigma con respecto al aborto; o sea, a esta concepción que ya platicábamos al principio de sentir que un embarazo no deseado o se necesitaría continuar, o habría que someterse a un procedimiento que pondría en riesgo la vida, la libertad o al menos la salud en caso de decidir interrumpirlo. Creo que eso es un estado también emocional y mental generacional terrible que se asociaba siempre con el aborto. Ahora vemos un cambio de narrativa enorme, particularmente en los últimos cinco años.

Las conversaciones alrededor del aborto creo que ya no están tan marcadas por esa narrativa de la muerte, de la soledad, del miedo. Más bien es un discurso de mucha mayor libertad, de autonomía,  de apropiarse del cuerpo, y de poder hablar de alguien como abortista, sin tenerle tanto miedo a la palabra. Creo que sí hay un cambio narrativo enorme que se relaciona con muchos factores y procesos, pero entre ellas el poder acceder a abortos que son seguros, aunque sean clandestinos o fuera de la ley. Y creo que eso sí hace que las personas puedan vivir su sexualidad y después, si es el caso, sus embarazos no deseados, sin este dejo de tragedia; de que la vida se termina con eso; de que tienen que escoger entre tal vez morirse o llevar a cabo una vida que no es la que querían.

Pienso que eso cambia por completo la manera en la que una mujer o persona gestante concibe la posibilidad de verse en esta situación. Acompañar a las amigas a abortar, a comprar misoprostol, contribuye a quitarle esta carga que ha tenido durante siglos para poder hablar ya con mucho mayor orgullo, con más ligereza; de hablar sobre la posibilidad de asociar el derecho a decidir con la alegría y la libertad. 

Considero que en estos tiempos estamos viviendo en un momento donde conviven varias narrativas distintas, relacionadas también con una brecha generacional importante dentro de los feminismos. En Argentina, por ejemplo, eso se veía mucho con la Marea Verde, cuando fue su discusión legislativa para despenalizar el aborto a nivel nacional. Una parte importante de la movilización se componía por las feministas “históricas”, cuyos discursos estaban centrados quizás más en esa parte de “aborto legal para no morir”, pero también estaban las “pibas”, incluso desde secundaria y de prepa, hablando de aborto en términos muy distintos, en la que quizás la muerte ya no tiene un papel tan central como la razón para despenalizar el aborto, sino la autonomía. 

Miguel

¿Cuándo viste que empezó a cambiar este discurso? Nos cuentas que es un cambio generacional, pero en México ¿cuándo empezaste a escuchar que pasamos de muerte a autonomía?

Isabel

Tal vez a partir de 2018, cuando empezó a haber una mayor movilización en México, que siempre había estado muy centralizada en la Ciudad de México —tanto las organizaciones como ya la lucha de calle y que a partir de ese año comenzó a diversificarse geográfica y discursivamente.

Recuerdo que hace muchos años al entrar a GIRE acompañamos un caso de una niña que había sido violada y accedió a un aborto y después de ello estaba jugando y brincando, siendo una niña. Y ahí recuerdo internamente platicar mucho sobre lo que podría significar visibilizar esa parte: la alegría frente a la injusticia, la tristeza, la violencia. Esta idea también era muy promovida por los grupos anti derechos: el “trauma” de haber abortado, con las supuestas consecuencias psicológicas que eso trae, y las repercusiones físicas, tampoco respaldadas en evidencia. Todo ese discurso a veces se parecía mucho al discurso de las feministas, y empezamos a hablar de que esto puede, al revés, traer gozo, alegría, alivio. No hablo del procedimiento en sí, pero la libertad que se goza después de haber podido acceder a un aborto, y que permite definir la propia vida. La violencia por supuesto que es injusta e inaceptable, pero a partir del acceso a un servicio como el aborto otra vida es posible. Ha sido un proceso de idas y venidas, y creo que de enfrentar también ideas preconcebidas y cierto grado de incomodidad, pero ha sido una transformación también necesaria e importante para reflejar la diversidad y complejidad de experiencias que de hecho se viven con respecto al aborto. 

Donde siento que ya  fue claro el cambio narrativo fue a partir de 2018-2019, a partir del proceso de despenalización en Argentina, cuando además se empezó a usar el pañuelo verde como símbolo. Se empezó a hablar de la marea y luego eso se contagió por Latinoamérica. En México empezaron a crecer colectivas y movilizaciones en lugares donde nunca antes habían salido a marchar; y nuevas consignas, y nuevas concepciones. Creo que sí es de hace unos cuatro años, cinco máximo. En este momento es bastante notorio; por ejemplo, en las movilizaciones del 8M o del 28 de septiembre. 

Antes la consigna era “anticonceptivos para no abortar, y aborto legal para no morir”. Ahora son “anticonceptivos para disfrutar, aborto legal para decidir”, y eso es un cambio gigantesco. Ya no es sólo para utilizar como un último recurso que evite la muerte. Los anticonceptivos nos permiten ejercer mejor la sexualidad, el aborto nos permite tomar mejores decisiones sobre nuestras vidas. Es un cambio gigante que hace referencia a la consigna anterior, pues tampoco es un rompimiento total. Pero sí es una modificación que creo que impacta socialmente e individualmente a las personas. Muchísimo.

Miguel

Retomando la discusión en el Senado argentino y los grupos antiderechos, me pregunto ¿por qué en México no se ha legislado sobre el misoprostol o la mifepristona? 

Isabel

Históricamente ha habido momentos en los que desde los grupos conservadores se han impulsado intentos para restringir el acceso a ciertos servicios o insumos. Por ejemplo en Jalisco se intentó limitar el acceso a la pastilla de emergencia hace años, por ahí de 2008. La Suprema Corte tuvo algún tipo de resolución discutiendo si debería haber acceso libre a la pastilla de emergencia o no y finalmente se determinó el libre acceso. En términos generales creo que  los movimientos anti derechos le han apostado a otro tipo de restricciones,  como la modificación de las constituciones locales para proteger la vida desde la concepción —que en algún momento lograron modificar 17, más de la mitad del país. Ahorita ya se han revertido varias y al revisar una acción de inconstitucionalidad para el caso de Sinaloa en septiembre de 2021, la SCJN ya aclaró de manera definitiva que incluso donde existen esas modificaciones no se pueden interpretar como restrictivas para el aborto.

Considero que hasta ahora los grupos antiderechos han apostado por cambios legislativos que ven como paraguas que pueden impedir los avances o restringir el acceso, y no han interferido como tal en el acceso a medicamentos como el misoprostol, aunque esto siempre es posible y de ser el caso existe el marco constitucional, normativo y jurídico para defenderlo y aliadas estratégicas en distintas instituciones. Hasta ahora la Secretaría de Salud Federal, la COFEPRIS, y las Secretarías de Salud locales han sido buenas aliadas, o al menos no han sido un actor que obstruya los avances. 

Miguel

No sé si quieras agregar algo más, acerca de alguno de los temas que ya hemos tratado, o algo que no hayamos tratado; algo que quisieras que lea la audiencia sobre los mercados, mercados negros, por ejemplo; o sobre las legislaciones que hemos visto con detalle y sobre cómo hacen que se viva la sexualidad.

Isabel:

Hasta donde conozco, no existen mercados negros en este momento en México de misoprostol, porque es sencillo su acceso. Entonces tampoco hay la necesidad de crearlos. Una última cuestión que me gustaría mencionar sobre el contexto de México o de Latinoamérica en relación con Estados Unidos es el tema de cómo el acceso legal y gratuito ha estado en el centro de las peticiones por parte de los movimientos feministas. Es una una diferencia muy grande entre cómo está concebido en Estados Unidos donde se ve el acceso al aborto como un tema de privacidad y que “el Estado no se meta con el cuerpo”, y no necesariamente como un derecho que implica obligaciones positivas por parte del Estado. En nuestros contextos, en cambio, el aspecto de justicia social y racial siempre ha estado presente y, espero que cada vez más, una perspectiva interseccional que por supuesto sea transincluyente y tome en cuenta las experiencias distintas que tienen otras poblaciones como las personas con discapacidad. Creo que eso es una gran diferencia también entre lo que se busca a nivel de política pública.

En México ha sido crucial que exista el acceso a misoprostol, particularmente para los abortos autogestionados, pero no significa que no queremos también empujar porque se legalice, y que este misoprostol de hecho esté disponible gratuitamente. Si bien no es inaccesible, desde una perspectiva de DDHH lo tendría que poder proveer el Estado, y que los profesionales de la salud pública sepan cómo utilizarlo, junto con la mifepristona.

Que haya abortos autogestionados y que reconozcamos el papel de las acompañantes y colectivas no significa que se haya renunciado al papel del Estado en garantizar el acceso a los servicios. El aborto con medicamentos es seguro incluso fuera del marco de la ley, pero necesitamos que la ley cambie, que reconozca el aborto como un derecho y un servicio de salud y ya no como un delito. Desde una perspectiva de justicia reproductiva, el aborto debe ser parte de los servicios básicos a los que pudieran acceder las personas con la posibilidad de decidir si prefieren que esto sea en un servicio de salud —con calidad, sin discriminación y sin estigma—, o si prefirieren hacerlo en su casa, con o sin acompañamiento. En estos últimos casos, con la seguridad de que si tienen cualquier tipo de contratiempo, pueden acudir al servicio de salud sin temor a ser criminalizadas o juzgadas. El acceso a medicamentos para abortar ha representado un  avance fundamental, pero no es suficiente, requerimos acompañarlo con el cambio legal, social y cultural. 

Miguel

¡Gracias por esta conversación tan profunda! De verdad, muchísimas gracias.

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