Sexualidades químicas: Terapia hormonal para personas trans en México, con Siobhan Guerrero

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Esta publicación es parte de una serie de entrevistas sobre pastillas y compuestos químicos que afectan nuestra sexualidad. En esta ocasión Miguel Fuentes, Coordinador de Investigación en Yaaj, entrevistó a Siobhan Guerrero McManus, académica y activista trans, sobre los tratamientos hormonales para personas trans en México, y qué efectos tienen sobre mercados, sobre leyes y sobre los cuerpos de las personas que los consumen.

Miguel

Te quiero agradecer muchísimo por estar aquí. Qué gusto poder verte otra vez y contarte un poco de lo que estamos haciendo. Esta serie de entrevistas busca entender cómo diferentes químicos interactúan con nuestro cuerpo, particularmente cómo afectan la forma en la que vivimos nuestra sexualidad. Lo veo desde tres planos: desde cómo afecta a los mercados alrededor de estos químicos y estas pastillas, cómo afectan las leyes que las gobiernan, y finalmente, cómo afecta a nuestros cuerpos como tal.  Empecemos contigo presentándote. Cuéntanos ¿cómo te llamas, en qué trabajas y qué te gusta comer?

Siobhan

Me llamo Siobhan Guerrero Mc Manus. Todo el mundo me dice Sio porque es más fácil que todas las otras versiones de mi nombre. Soy bióloga y filósofa de la ciencia y trabajo en la UNAM desde 2013 en el CEIICH, y desde antes dando clases en la Facultad de Ciencias. Trabajo temas de ciencia y género, y más recientemente de transfeminismo. Soy vegetariana estricta, sin llegar a una militancia. No hago activismo reclutando gente en el vegetarianismo. En todo caso, hago cosas de medio ambiente. Creo que conozco a YAAJ desde que existe.

Miguel

Muchas gracias Sio. Empecemos con la primera pregunta. Cuéntame desde tu perspectiva y del trabajo que has hecho desde el activismo trans ¿cómo han cambiado los mercados de hormonas desde que comienzan las terapias de reafirmación de género en personas trans en México?

Siobhan

No sé si tengo suficiente detalle, pero yo no creo que la población trans sea tan numerosa y tenga suficiente capital económico como para volverse un mercado en sí misma. Sí hay una relación histórica muy profunda entre lo trans y las hormonas, porque los padres de la endocrinología primero hicieron experimentos con cobayas viendo qué le pasaba en cuestiones de edad. Vieron que la pituitaria rejuvenecía y muy rápidamente se hicieron la pregunta de qué le pasaba a los organismos, si le ponías hormonas aparentemente del otro sexo. 

Ese conocimiento se crea en el siglo XX, y muy rápido fue llevado a prácticas médicas. Te diría que en un plazo de veinte años fue llevado a prácticas médicas que empezaron a tratar de dar terapias de reemplazo hormonal en Alemania. Yo creo que desde los años cuarenta teníamos ya una construcción muy incipiente, pero ya existente, de dar hormonas a seres humanos como posibles prácticas de acompañamiento —no solamente a la población trans, sino también a la población intersex. Pero no se constituyó como un mercado, porque eso todavía estaba en el ámbito de la investigación.

No era una industria. En México, lo que podría decir es que la industria de los estrógenos tiene una historia curiosa, porque empieza con una planta que es la dioscorea mexicana. Es muy común en zonas con vegetación muy deteriorada, y prometía convertir a México en una potencia mundial en la industria de hormonas. De ahí se extraían las primeras hormonas que se dieron en la primera píldora. Pero esa industria quebró porque prácticamente a los cinco o seis años de que se empieza a armar este proceso se logra la síntesis química. Hasta donde yo sé, México nunca logra tener una industria propia, como la que se veía venir en los años cincuenta. Incluso se creó en México el Instituto para el estudio de la dioscorea mexicana, pensando que íbamos a tener esa industria que nunca se logra. 

Todo esto es para decir que, hasta donde yo veo, no hay realmente un mercado. Yo no diría que la población trans es un mercado importante para las grandes empresas transnacionales farmacéuticas que diseñan hormonas. No lo veo. La mayor parte están dedicadas a población cisgénero, e incluso la mayor parte están dedicadas al reemplazo hormonal por la edad o, por ejemplo, recetar testosterona a mujeres de tercera edad para que tengan energía.

Mi opinión es que el mercado primario de la industria endocrinológica a nivel mundial no es la población trans, y creo que eso se nota en que no tenemos productos hormonales diseñados para la población trans. Todo lo que usamos es una adaptación de productos diseñados para población cisgénero y el uso primario es ese: el reemplazo hormonal en personas cis asociado a distintos tipo de situaciones. Algunas tienen que ver con la edad, y otras con distintos tipos de situaciones, como podría ser un cáncer ovárico o testicular que requieren terapia de reemplazo hormonal. 

Entonces yo no creo que seamos un mercado y mi impresión es que ni siquiera en un país, por ejemplo, como este, donde el Estado compra, podría parecer que eso cambie. Por ejemplo en Ciudad de México, sabemos que las clínicas compran directamente las hormonas a través de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México. Pero en realidad la gente en la Clínica Condesa te dice que muchas de las hormonas que hay ahí las envían de otras partes del sistema de salud. La compra, ni siquiera cuando la hace el gobierno, es tan importante como para hablar de un mercado, o de una población trans que es un mercado reconocido y real para la industria de las hormonas.

Y con todo eso era más claro hace más tiempo, antes de la síntesis química, cuando eran todo técnicas de extracción. Por ejemplo, antes se extraían las hormonas de la orina de yeguas o de la dioscorea mexicana. Era tan caro, que simplemente no era redituable que fuéramos mercados. Y cuando fue algo de síntesis química, pues tampoco es que seamos tan numerosos como para que sea redituable. Te diré que incluso se nota en que el sector de la industria farmacéutica que más está apoyando proyectos trans no es el que está asociado a hormonas, sino es el que está asociado a drogas que tienen que ver con el VIH. Y creo que lo vemos muy bien en todo este proyecto de Flux de AHF. Ahí hay un interés económico mucho mayor. 

Miguel

Es un tema que ha salido en otras entrevistas: que a las farmacéuticas y a las farmacias no les interesa la comunidad trans. Entonces ¿cómo consigue hormonas la comunidad de trans?

Siobhan

Creo que no es una cuestión de privilegio de clase, como han dicho algunas personas, sino de privilegio geográfico. En Ciudad de México, a través de las dos Clínicas Condesa, y de la nueva Unidad de Salud Integral para Personas Trans, es un privilegio geográfico, porque aquí es una prestación por vivir en la Ciudad de México. Pero es un derecho. Tendría que ser así a nivel federal vía el IMSS, el ISSSTE, o Pemex por aquel código del sexenio de Peña Nieto que sacó el Secretario de Salud José Narro. Este sexenio ya se cambió, se actualizó y tendría que implicar que todo el sistema de salud federal te dé acceso a hormonas. Sé que hay personas trans que han logrado obtener hormonas así, pero también hay muchos lugares donde simplemente les dicen que no hay presupuesto para eso y que no lo van a conseguir. 

Te diría que hay tres grandes escenarios que ocurren en la población trans de México como país. El primero es la autohormonización, que creo que es lo más común fuera de Ciudad de México. Sucede sobre todo en población precarizada que va y compra hormonas en una farmacia, porque no solicitan receta. Muchas veces se auto hormonea sin que haya ninguna regulación o acompañamiento médico real. Es el escenario todavía más común.

El segundo se relaciona con lo que sucede en Ciudad de México. Hay una regulación médica con un diagnóstico, incluso ahora que se reconocen transiciones no binarias. Es lo más común en Ciudad de México, por lo menos para ciertas personas que tienen un estatus migratorio claro y que pueden probar un domicilio en Ciudad de México. Hago esta aclaración porque hay gente que reside en Ciudad de México, pero no puede demostrarlo. Le pasa mucho a trabajadoras sexuales migrantes, y trabajadoras sexuales de otros estados. Y yo creo que en sus casos es más común la autohormonización.

Y el tercer escenario son aquellas personas que recurren a la medicina privada. Todavía es algo muy pequeño, pero ya empiezan a haber clínicas especializadas en el sector privado. Yo puedo ubicar por lo menos tres. Una de ellas es CATI: Centro de Atención Transgénero Integral. Es el más viejo y quizás es muy polémico porque han habido quejas de tratos de transfobia en este espacio. A mí no me consta, pero lo he leído en redes. Más recientemente Daniela Muñoz, una mujer trans médica, abrió su espacio de acompañamiento y su página en línea, con precios también sensibles a la realidad económica de la comunidad. Y también está el espacio que crearon Xhantal Nuilah y  compañía, que también es desde el año pasado. Son espacios privados, y son muy recientes.

Miguel

¿Entonces, la autohormonización es la más antigua?

Siobhan

Sí es la más antigua, y yo creo que a nivel nacional todavía la más extendida.

Miguel

Cuando hablamos de antigüedad ¿qué tanto atrás nos estamos yendo?

Siobhan

Yo creo que desde los años setenta ya estaba pasando, porque hay registros fotográficos que se hicieron en varios centros nocturnos en la Ciudad de México. En algún momento incluso hubo fotos exhibidas en el Centro de la Imagen, y eran fotos de mujeres trans de los años setenta.  Era claro que ya tenían acceso a hormonas. Eran hormonas, por supuesto, distintas a las actuales. Eran más difíciles de obtener, pero ya había autohormonización en los años setenta de manera extendida.

Probablemente empezó antes de manera casuística, porque la primera operación de reasignación de género en todo el continente americano ocurrió en México en el año 1953. De hecho, eso reescribió la historia de lo trans en el continente porque creían que había sido en Estados Unidos, y no, ocurrió aquí. También fue el primer caso de hormonación registrado en México. Ese fue con acompañamiento médico, pero probablemente eso muestra que ya tenías hormonas disponibles en esa década. Probablemente en los sesenta empieza a ocurrir de manera más localizada, y en los setenta ya era muy amplio. Se ve en las fotos de las mujeres trans en los años setenta que trabajaban en bares y en centros nocturnos. Ya se ven sus cuerpos intervenidos con hormonas.

Miguel

Qué interesante, no sabía lo de la cirugía en México. Y ahora hablando del consumo, ya nos contaste un poco que no hay un mercado definido de hormonas para personas trans, pero que sí se consumen hormonas que están diseñadas para personas cis. ¿Cuáles son las hormonas disponibles que consume la población trans?

Siobhan

No conozco lo que usan los hombres trans, pero son sobre todo inyecciones o geles. En el caso de mujeres trans están varias modalidades: parches, spray, pastillas e inyecciones. También hay gel, que es quizás menos común que para los hombres trans. En el caso de las mujeres trans creo que lo más común es el valerato en pastillas, en parte porque es lo que reparten en Condesa. Es relativamente fácil conseguirlo y suele venir de la mano de ciproterona como un antiandrógeno, o también del diurético espironolactona —que hubo gente que empezó a decir que había que tomarla porque te aumentaba la resistencia al COVID. Creo que es lo más común en México.

Miguel

¿Y hoy hay marcas y presentaciones más caras que en algún momento cambiaron el precio? ¿Cuáles se consumen?

Siobhan

Sí, las caras son las pastillas y las inyecciones. El antiandrógeno es relativamente barato en cualquiera de sus dos presentaciones, y en el caso de las inyecciones pueden oscilar entre $150 y $200 pesos, si hay escasez en algunas marcas. A veces hay unas más baratas, en $75 pesos. Las pastillas, la verdad es que no me acuerdo, porque no las he comprado en años. Esos precios te diría que los cheques en una farmacia. Eso sí, la gente tenía muy claras las ofertas. Por ejemplo, en Farmacias Similares y Farmacias del Ahorro, había promociones donde a veces un día a la semana la testosterona estaba de descuento. Entonces veías un grupo de hombres trans yendo a comprar testosterona porque ese día estaba de descuento.

Lo que sí me queda muy claro es que a quien se autohormoniza sí le cuesta bastante. No es barato. Y eso sin contar los estudios en caso que los quieras llevar en privado, que te pueden salir $300 o $400 pesos por un perfil hormonal sencillo. Si te quieres hacer un ultrasonido son otros $400 pesos, entonces sí puede ser caro. Digo, todo eso sale más barato, si te lo da el sector salud gratis. En el sector privado es más caro, y la gente que hace autohormonización normalmente va a laboratorios relativamente baratos —como Salud Digna, que luego tiene promociones. Igual compran las hormonas cuando hay promoción en las Farmacias Similares o del Ahorro. 

Miguel

Quiero retomar dos cosas que dijiste: que el precio varía cuando hay escasez o desabasto, pero también que hace mucho no compras pastillas. Primero quería preguntar si has visto cambios en el abasto, y segundo ¿por qué cambiaron las presentaciones de las hormonas que consumes? 

Siobhan

En el último año yo no he visto desabasto. Afortunadamente no ha habido desabasto en las clínicas de Ciudad de México. Llegó a haber porque lo que pasaba en el sexenio anterior y en este es que se acababa el presupuesto. No tenían dinero para comprar más y había un periodo como de tres o cuatro meses, más o menos, acabando el verano y empezando el otoño, donde simplemente no había hormonas. Tenían que ir pidiendo en el Sector Salud que los hospitales donaran las que tuvieran de sobra del propio Sector Salud. Y esa fue la manera en la que se manejaba el desabasto durante años —así se manejó en la Clínica Condesa. Cuando llegaba el periodo donde no había, te tocaba comprarlas en la farmacia que llegara a ser. 

Este último año no pasó, quién sabe por qué. Parece que hubo un mejor manejo del presupuesto y entonces no hubo desabasto el año pasado. Pero cuando había desabasto, una de las cosas que ocurría es que tenías que recorrer distintas farmacias. Las que tenían precios más competitivos lo vendían primero, y entonces tenías que ir a farmacias cada vez menos competitivas. Eso era lo que generaba que pudiera subir de precio un mismo producto, porque ya no lo encontrabas en la Farmacia del Ahorro o en Soriana, sino en Sanborns. Ahí era donde venía el subidón de precio.

Miguel

La segunda pregunta es porque decías que hace años no compras pastillas.

Siobhan

Sí, pero eso es porque no ha habido desabasto. Por eso las sigo tomando. Como no ha habido desabasto, no las he comprado. Por eso no sé cuánto cuestan.

Miguel

Muy bien. Quisiera retomar la conversación sobre la libre venta de hormonas y los cambios de precio que conllevan, así como el manejo presupuestal. Parece estar relacionado con normas, legislaciones, protocolos y reglamentos alrededor de su venta y consumo. Entonces quería que me contaras ¿cómo has visto el cambio de todas estas legislaciones, protocolos, reglamentos alrededor de las hormonas que usa la población trans?

Siobhan

No hay tantas regulaciones como podría parecer. La gente cree que las leyes hablan mucho de eso. En realidad no, el modelo de México no ha pasado tanto por ahí como en España o como en Europa, que sí hay una regulación muy clara de cómo acceder a hormonas. Aquí no. Las leyes son sobre todo de cuestiones identitarias, de reconocimiento de identidad y, más recientemente, de otro tipo de protecciones, como bolsas de trabajo, capacitaciones o la nueva ley LGBT que salió el año pasado. 

Pero el tema de las hormonas no está regulado en las leyes mexicanas. Está en los protocolos médicos que las comunidades mexicanas siguen y que vienen de protocolos internacionales, como la WPATH (World Transgender Association for Transgender Health). Ahí están los protocolos y muchos médicos siguen esos. Algunos otros siguen unos más desfasados como el DSM para el diagnóstico. Este manual de diagnóstico estadístico de salud mental todavía lo usan para el diagnóstico, pero ya no deberían hacerlo. Ahí no se habla de hormonas, pero sí del diagnóstico. Eso no tendría que ser.

Siobhan

Y lo que te diría es que los protocolos sobre cómo dar un acompañamiento son sobre todo protocolos médicos de sociedades internacionales. La Sociedad de Endocrinología de Estados Unidos, la WPATH y la mayor parte de médicos usan esos protocolos. Por ejemplo, las Clínicas Condesa tienen su propia experiencia. No sé si diría que tienen protocolos propios, pero sí tienen claro cómo acompañar distintas modalidades de transición. Si, por ejemplo, un cuerpo no reacciona a una hormona, si no sirven las pastillas, entonces saben cómo cambiarlas. Sí tienen un conocimiento tácito desarrollado por su propia práctica médica, diría yo. 

Miguel

Algo que me habían contado otras personas es que tampoco hay regulación sobre cuándo empezar a dar hormonas.

Siobhan

Lo que pasa es que eso en México no lo regula el Estado. Tenemos un modelo distinto porque el Estado no te exige para reconocer tu identidad el que tengas ninguna clase de intervención, y eso es bueno. El Estado no te demanda ninguna clase de intervención, lo cual me parece positivo. Entonces la decisión ya no la toman desde el Estado, sino que la toman los médicos en diálogo con sus pacientes acerca de lo que sus pacientes quieren. Ahora, si te acercas a un espacio de salud pública como Clínica Condesa sí hay un protocolo basado en la WPATH y estos otros espacios internacionales que empiezan primero por diagnóstico de salud mental. Con ellos descartan que tengas esquizofrenia o cualquier cosa para que sea una decisión autónoma e informada. También hay un remanente de patologización de que esto sigue siendo un desorden mental y hasta que se aprueba ese diagnóstico es que se pasa a la persona a endocrinología. Hay una regulación en estos espacios de salud pública, pero no viene desde el Estado. Viene más bien de los órganos internacionales y de las comunidades médicas que han hecho protocolos internacionales dentro de estas comunidades médicas.

Miguel

Pero no dentro de comunidades trans, sino dentro de comunidades médicas.

Siobhan

Sí, dentro de comunidades médicas. Empiezas a tener ahora una cosa que ya no es WPATH sino TPATH. Son las mismas siglas, pero cambia la doble W por la T, que es la Transgender Professional Association for Transgender Health. Lo que cambia es que son personas trans que se dedican a la salud de personas trans. No es muy viejo, tendrá cinco años de haberse creado, y tiene un diálogo importante con WPATH, que es la que hace los protocolos. Y ahora ese diálogo sí está tratando de incidir en el diseño de los protocolos de acompañamiento. Pero los protocolos que suelen usar los médicos suelen venir de la Asociación Americana de Endocrinología o de la WPATH, antes Sociedad Harry Benjamin ​, y esas son de médicos. Es una lógica de expertos. Y en cualquier caso, apenas empieza a haber un proceso de incidencia con grupos como TPATH.

Miguel

¿México participa de alguna forma?

Siobhan

Muy poquito. A mí me invitaron a dar una charla el año pasado, pero no es que yo tenga una participación muy robusta allí. Es todavía algo muy anglosajón y europeo. Sí hay grupos de Argentina, y de Uruguay, pero son chiquitos. 

Miguel

¿Sabes si hay gente del Medio Oriente?

Siobhan

Yo creo que sí, pero no sabría decir quiénes, porque sí es mundial. En el evento que se hizo el año pasado, yo estaba compartiendo mesa con gente de Japón y había gente de todo el mundo, pero era sobre toda Europa. También había de América, incluyendo América Latina, Australia en menor medida, Asia, y Sudáfrica. Debe haber gente del Medio Oriente, pero no sabe si quiénes.

Miguel

Me intriga esta perspectiva donde no hay regulaciones y los médicos hacen lo que quieren, porque ni siquiera ni siquiera entre hospitales se sigue un mismo protocolo. Esta visión donde el Estado no regula nada me hace pensar si hay leyes o protocolos anti-discriminación en los cuales las hormonas se vuelvan un factor por el cual te puedan discriminar o violentar.

Siobhan

Yo no diría que los médicos no tienen ninguna regulación. Diría que no tienen una regulación por parte del Estado, porque creo que tiene una regulación que se da al nivel de sus academias, o sea, la de endocrinología y WPATH. Me queda claro que hay una discrecionalidad y que creo que hay profesionales de la salud que no siguen estos protocolos. Y creo que por ahí han habido varios casos de denuncia de profesionales de la salud que nunca consultaron protocolo alguno. Por lo menos en los espacios más institucionales sí consultan relativamente los protocolos hechos por médicos en estas sociedades.

En prácticas privadas yo creo que es donde está más opaca la cosa. Y en principio, si no hay hormonas y tú estás acudiendo a un lugar como la Clínica Condesa, puedes presentar una queja ante la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México. Porque al no darse este servicio se está violando tu derecho a la salud. Esto se hizo durante años en Clínica Condesa y supongo que también por eso es que el año pasado no hubo escasez, porque hubo tantas denuncias que la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México les hizo muchos señalamientos. Entonces tienes este canal de derechos humanos para quejarte de que no están atendiendo tu derecho a la salud como población trans en la Ciudad de México. En principio esto tendría que poder hacerse en las comisiones de derechos humanos de los estados, o en la nacional, más bien, porque el protocolo es federal, pero no sé si pasa. 

Miguel

Algo recurrente que mencionas es el papel que juega la geografía de México, no solamente en el acceso, sino en las instituciones y ahora incluso en los mecanismos de denuncia, así como en la perspectiva de qué implican esas hormonas o qué implican los tratamientos relacionados al derecho a la salud. 

Ahora quisiera acercarme más a la experiencia corporal de las personas trans. ¿Cómo el uso de hormonas modifica, altera, o cambia de alguna forma cómo se vive la sexualidad? Y por sexualidad estoy entendiendo no solamente prácticas sexuales, sino también afectos, deseos, y emociones.

Siobhan

Si bien hay narrativas algo comunes, creo que cuando miras con lupa es muy diverso. Por ejemplo, muchos hombres trans dicen que aumenta su libido, que aumenta su deseo sexual, que se vuelven quizás más sexuales, dicen algunos. Pero yo no creo que todos los casos sean así. Creo que hay adentro muchas vivencias. Hay gente que incluso dice que le cambia la orientación sexual, pero creo que muchos de estos pueden ser mitos urbanos que se cumplen en algunos casos, pero que son en realidad cosas que esconden una variación más profunda. 

Y en el caso de las mujeres trans, igual a veces se dice que disminuye la libido y que se transforma a algo más afectivo. Pero también creo que esto puede ser un mito producto de sesgos de género. Yo te diré que creo que las transiciones suelen venir de la mano de una serie de cambios corporales donde a veces la gente sí modifica cómo entiende su orientación sexual misma. Los psiquiatras y los endocrinólogos dicen que eso no es posible, pero las personas trans dicen que sí es posible y que sí pasa, porque te relacionas distinto a los otros cuerpos cuando tu cuerpo cambia. Creo que las prácticas cambian mucho. Te diría que la heterosexualidad trans no es la heterosexualidad cisgénero. Eso lo recalcaría, porque incluso personas trans que son heterosexuales no necesariamente viven su sexualidad como una persona heterosexual cis.

Creo que eso es muy claro en hombres trans que no pasan por una lógica de la penetración, sean heterosexuales o gays, o lo que sea. También hay gente que en su transición se vuelve poliamorosa, o gente que se vuelve asexual. Más allá de los lugares comunes y mitos producto de sesgos de género, creo que lo que tienes es una altísima exploración de la sexualidad. Y creo que tienes en las personas trans una enorme diversidad de experiencias. Y yo no creo que sea por las hormonas, creo que porque se permite una exploración. 

 Cuando el cuerpo cambia, hay una especie de regreso de “bueno, he cambiado, vamos a reexplorarlo todo”. Y creo que eso también permite que la gente se encuentre con nuevas maneras de ejercer la sexualidad en el plano del objeto de deseo; en el plano de cómo imaginar el sexo, de cómo imaginar las relaciones, e incluso de los juegos, más allá del lugar común que se oye de que la testosterona te hace tener más líbido y los estrógenos menos. 

Más allá de eso —que le pasa a algunas personas pero no a todas— sí creo que hay una explosión de experiencias. La gente se permite explorar y yo sí diría que somos una comunidad altamente heterogénea en prácticas de la sexualidad.  Yo creo que cuando ves las transiciones no medicamentadas te das cuenta que no es sólo la experiencia de medicamentación. Es la experiencia de exploración que te permites. Porque creo que incluso gente que no toma de ninguna manera nada médico para hacer su transición, que tiene una transición puramente social, también experimenta mucho.

Miguel

¿Pero entonces qué cambia, si es que cambia algo, entre tener una transición médica y una no médica?

Siobhan

Pues cambia el cuerpo, desde luego. En una transición medicamentada cambia tu cuerpo, y de maneras muy obvias. Pero no es la única manera en la que puede cambiar tu relación hacia tu propio cuerpo. O sea, cuando te presentas socialmente de una manera distinta cambia tu relación con tu propio cuerpo y el trato que esperas de otras personas. 

Entonces yo no diría que lo medicamentado es una condición necesaria. Creo que es algo que posibilita muchas cosas a muchas personas. Pero no creo que sea necesario para replantear una relación con la propia sexualidad y con el propio cuerpo. Creo que eso se puede dar con un replanteamiento de cómo te presentas socialmente. Hay gente que lo logra sólo con eso, y gente que no. 

Y sí creo que desde luego las hormonas te hacen cosas. Por supuesto que sí creo que hacen cosas. Mi sexualidad sí cambió. Simplemente porque hay cosas que tu cuerpo ya no puede hacer. Por ejemplo, los fluidos seminales me son muy ajenos porque mi cuerpo tiene 5 años de no producirlos. Eso cambia tu cuerpo, y cambia en relación con otros cuerpos. Y eso cambia una serie de lógicas y de imaginarios de lo que tu cuerpo puede o no hacer; de lo que puede o no pasar. La intensidad de los orgasmos cambia, pero diría que eso no quiere decir que alguien que es trans y no se medicamenta se quede con un cuerpo idéntico al que tenía antes. Cambia la relación hacia tu propio cuerpo.

Miguel

Creo que lo que acabas de decir es maravilloso, porque muchas veces creo que se entiende como si lo trans tuviera que ser una experiencia médica. Creo que es muy importante lo que acabo de exponer, y creo que va a ser muy importante que la gente lo lea. No sé si quieres agregar algo más sobre cualquiera de los temas que hemos tratado.

Siobhan

Quizás la última cosa que te diría es que creo que hay que combatir la idea de que lo trans pasa necesariamente por lo medicamentado. Creo que eso no es cierto, y cada vez menos. Creo que ves una proliferación de experiencias. Y la otra cosa que creo que también hay que decir es que la gente se imagina que somos un gran mercado financieramente, y que se van a poder hacer análisis impresionantes de cómo las farmacéuticas tienen un interés aquí. Y justamente al contrario, somos un mercado no sólo chiquito en talla, sino de gente pobre. Entonces eso te hace un mercado aún más chiquito, y pocos son lugares donde el Estado lo paga. Quienes imaginan que estamos aquí ante un capitalismo perverso de hecho desconocen. Hay que ver el capitalismo en las farmacéuticas. No les interesa lo que hacemos, lo que somos. Es un mito que circula en redes, pero que no tiene fundamento en lo que de hecho pasa. 

Miguel

Muchísimas gracias, de verdad. Creo que esta entrevista va a ayudar mucho a abrir mentes y a abrir conversaciones 

Siobhan

Te mando un abrazo, cuídate mucho.

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